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domingo, 26 de mayo de 2013

Ciencia y peques: experimentos con lombarda

¿Sabías que...
...la lombarda contiene una sustancia, la cianina, que cambia de color según esté en contacto con sustancias ácidas o alcalinas?

Hoy os propongo usar la cocina como laboratorio improvisado. Si vuestros hijos han estudiado ya el pH en el colegio, qué mejor forma de asentar conocimientos que experimentar en casa.

Vamos a necesitar:

  • Una lombarda
  • Una olla
  • Un recipiente y un colador grande
  • Tubos de ensayo o vasos de chupito
  • Líquidos con los que experimentar: vinagre, lejía, zumo de limón, amoniaco...

Preparación previa:

Cortamos la lombarda y la ponemos a cocer en la olla a ser posible sin más aderezo que un poco de sal.
Cuando tengamos la lombarda cocida, separamos el líquido de cocción con un colador y lo dejamos enfriar. Si lo metemos en la nevera, habrá que taparlo bien para evitar que se altere. Ya tenemos nuestro indicador de pH casero listo.

Experimentos:

Cogemos 3 vasos de chupito y colocamos un poco del líquido de lombarda en cada uno. Uno de ellos nos servirá como guía o patrón para comparar colores.
En otros 2 vasitos, echamos un poco de vinagre en uno, y amoniaco en el otro, para no verterlos directamente y que se nos derrame por la mesa.


Echamos ahora el vinagre en uno de los vasitos que contiene el caldo de lombarda y el amoniaco en el otro y... Magia!


La cianina del caldo hace que cambie de morado a rosa/rojo cuando se mezcla con los ácidos y a azul/verde con las bases.

Ahora, que vuestros peques vayan probando con diferentes productos y alimentos que tengáis por casa a ver qué sucede, siempre con la supervisión de un adulto. Y mucho ojo de no mezclar la lejía y el amoniaco que ¡es peligroso!
Así irán viendo y descubriendo lo que en clase les han explicado.

Habrá productos que no hagan que el caldo vire a ningún color porque tengan un pH neutro o muy poco ácido o básico. O que no cambien tanto de color. Por ejemplo, el ketchup, es menos ácido que el zumo de limón y no nos dará un rosa tan intenso:

Para aquellos niños que aún no lo hayan estudiado, hacer estas pruebas puede ayudar a que se sientan más atraídos por esta "verdura mágica que cambia de color" y que sea una buena forma de introducirla en su alimentación.


Una última prueba, ¿pensáis que el huevo es ácido o básico?





Mirad lo qué pasa si echamos un poco de caldo de lombarda a un trocito de tortilla:


Espero que os haya resultado curioso y que, si se prueba en casa, pasen un buen rato los peques y los no tan peques.


Patricia López Álvarez


martes, 30 de abril de 2013

Fecha de caducidad en los yogures

Hace unos días aparecía en los medios de comunicación que a partir de ahora los yogures no iban a tener fecha de caducidad.  A través del Real Decreto 176/2013, se derogan algunos artículos de la Norma de Calidad para el yogur, entre ellos, el que establecía que el yogur debía ser vendido al consumidor como máximo dentro de los 28 días siguientes a su fecha de fabricación.
A partir de ahora, serán los fabricantes los que establezcan la fecha de consumo preferente, en lugar de fecha de caducidad como se hacía hasta ahora. Se alarga así la vida del yogur más allá de los días que marcaba la anterior ley y de este modo se pretende evitar el desperdicio de alimentos.

La diferencia entre fecha de caducidad y de consumo preferente es la siguiente:
Pasada la fecha de caducidad de un alimento, éste puede estar el mal estado o contener microorganismos patógenos por lo que el producto deja de ser seguro para el consumo. Esto afecta a alimentos frescos como son las carnes y pescados o la leche
En cambio, pasada la fecha de consumo preferente, el alimento puede sufrir cambios organolépticos, es decir variaciones de aroma, color, textura... pero estos cambios no siempre implican que exista riego para la salud al consumirlos

Respetando bien las condiciones de conservación y manteniendo la cadena de frío, el yogur es un alimento que por sus características, es poco dado a sufrir alteraciones microbiológicas. El pH ácido y la presencia de las bacterias propias del yogur hacen a éste un medio hostil para que se desarrollen otro tipo de microorganismos.

Con el paso del tiempo eso sí, se producen cambios organolépticos:

  • El yogur se vuelve más ácido. Las bacterias del yogur responsables de la fermentación de la lactosa de la leche, continúan con su actividad. Como producto de desecho en la fermentación, liberan ácido láctico, responsable del sabor ácido de los yogures. Cuanto más tiempo pase entre la fabricación y el consumo del yogur, más ácido será porque tendremos más ácido láctico y menos lactosa.
  • El yogur "se hace más pequeño". Este efecto se denomina en química sinéresis y consiste en que la parte acuosa del yogur se separa del resto y visualmente nos da la sensación que el yogur ha reducido su tamaño. La sinéresis se da en aquellos alimentos que tienen estructura de gel; en las cuajadas también ocurre, incluso de forma más rápida que en el yogur.

Por último, y enlazando con la entrada en este mismo blogg "Colocando los alimentos en la nevera", un consejo a la hora de guardar los yogures. Es recomendable retirar el cartón que los empaqueta porque tiene efecto aislante y no se van a enfriar tanto los yogures como si se quita. Además hay que tener en cuenta que la potencia de refrigeración de nuestras neveras es menor que las de las cámaras de supermercados donde, aunque el yogur tenga el cartón, sí que va a alcanzar la temperatura óptima de conservación.






lunes, 1 de abril de 2013

El orden de los ingredientes… sí altera el producto



Cierto, la propiedad conmutativa que aprendimos de pequeños, no es aplicable a los ingredientes de los alimentos ya que, según el artículo 7 de la Norma general de etiquetado, presentación y publicidad de los productos alimenticios (RD 1334/1999), la lista de ingredientes que se incluye en los productos que compramos está formada por todos los ingredientes incorporados en el momento de su fabricación, puestos en orden decreciente de pesos.

Es decir, que los primeros ingredientes que leamos en una etiqueta, serán los que están en mayor cantidad, y los últimos, en menor. Esto, además de servirnos para presumir de cultura general en reuniones de amigos,  nos va a dar un poco más de información a la hora de leer etiquetas en los alimentos, ya que podremos: 
  •   Comparar unos productos con otros. Muchas veces, encontramos alimentos similares y vemos que aun llevando los mismos ingredientes, resulta que uno es más calórico que otro. Por ejemplo,  tenemos estos dos tipos de gazpacho de una misma marca, uno es la versión tradicional y el otro, la versión suave y comprobamos que el suave, tiene menos calorías que el original
















Ahora podemos irnos a la lista de ingredientes y comprobar.



























Lo que encontramos es que en la variedad suave, el agua ocupa el segundo lugar y por eso, rebajamos mucho las calorías.
En este caso además, en la lista de ingredientes el aceite lleva indicado el porcentaje añadido al producto y podemos ver que la variedad tradicional contiene más

  •          Seleccionar alimentos según nuestras necesidades. Un par de ejemplos:

  1.      si estamos tratando de controlar el peso, debemos vigilar la grasa y los azúcares. Si vemos que estos ingredientes están en las primeras posiciones, querrá decir que ese alimento va a contener bastante grasa o azúcar y por tanto irán peor para nuestra dieta que otros en los que estén al final de la lista.
  2.             Una persona que quisiera comprar salsa de soja, pero que tiene la tensión alta y debe evitar la sal, pues podrá escoger una salsa en la que la sal no sea el primer o segundo ingrediente, ya que tendrá más sal que otras salsas







lunes, 4 de febrero de 2013

Colocando los alimentos en la nevera


Hace ya bastante tiempo que dejamos atrás la “Fresquera”, aquel compartimento de la casa que ayudaba a mantener los alimentos fríos. Con la llegada de la electricidad a los hogares y el frigorífico, podemos conservar y retrasar la degradación de muchos alimentos.
Las bajas temperaturas pueden controlar el desarrollo de microorganismos presentes en los alimentos así como ralentizar reacciones químicas que los deterioran.

Pero debemos tener en cuenta que la distribución de los alimentos en la nevera es un factor importante para su conservación ya que, ni el frigorífico mantiene una temperatura igual en  todo su interior, ni todos los alimentos necesitan la misma temperatura para conservarse.  
La distribución de temperas en una nevera suele ser la siguiente:
  •          Estante superior, se encuentra a unos 6-8ºC
  •          Estantes centrales, alrededor de 4ºC.
  •           Estante inferior, es la parte más fría de toda el frigorífico, a 2ºC
  •          La puerta, la zona más “cálida”, a 10-12ºC
  •          El cajón inferior, entre 8-10ºC

Vamos ahora a colocar los alimentos según sus necesidades de conservación:
  •        Alimentos perecederos, como son las carnes, pescado o marisco. Deben colocarse en las zonas más frías, es decir, la parte baja de la nevera. Al almacenarlos, se debe comprobar que no haya contaminación con otros alimentos por contacto directo o por goteo. El pescado, tenemos que dejarlo limpio y tapado de este modo puede  conservarse 2 días y la carne, 4 ó 5 días
  •        Frutas y verduras al cajón.  No necesitan tanto frío porque pueden estropearse a bajas temperaturas y deben colocarse quitando aquellas partes que pueden contaminar otros alimentos, por ejemplo los restos de tierra de los puerros. Hay que tener en cuenta que no todas las verduras y frutas necesitan frío. Tomates, pimientos y frutas tropicales pueden conservarse fuera de la nevera si se consumen pronto.
  •      Alimentos que no precisen más que una pequeña refrigeración, a los estantes de la puerta. Por ejemplo, el agua y otras bebidas, las salsas tipo ketchup o mostaza.
  •      Los alimentos ya cocinados, en  estantes centrales, vigilando que no goteen para no contaminar los estantes inferiores y tapándolos si desprenden olor ya que otros alimentos como la leche pueden absorber esos olores. También es importante dejar enfriar estos alimentos antes de meterlos en la nevera, porque de lo contrario, la temperatura dentro de la nevera sube, gastamos más energía en que el frigorífico vuelva a su temperatura y podemos incluso dañar el sistema de refrigeración.
  •    El resto de alimentos, se pueden distribuir en los estantes central y superior: yogures, quesos, embutidos, margarinas, huevos…
Patricia López Álvarez